Fue verlas en algún blog y "tirarme" a la calle en busca de ellas. No resultó difícil porque en la primera tienda de Zara que entré las tenían y ¡además mi número! estaba de suerte. La verdad es que a simple vista me pareció que el tacón era "algo" excesivo para mis "posibilidades" pero me las probé y a pesar de que, lamentablemente, se confirmaron mis peores sospechas me auto convencí de que eran tan bonitas, estilosas y versátiles ¡que lo conseguiría!...así que se vinieron a conmigo casa.
Nada más llegar me puse a la faena. Empecé a montar estilismos con los que estrenar aquel fin de semana las sandalias, iban a ser "el calzado" de las siguientes 48 hrs. Y es que a mi cuando me da por algo...
Pero según me iba probando cosas mi mosqueo iba en aumento. Con semejante tacón iba a ser incapaz de aguantar la noche ni siquiera "sujetando la barra". Los pies me dolían solo de pensarlo y la mera "representación" de mis andares me hizo finalmente claudicar. Eran las sandalias de mi vida pero no eran para mí...
"Con lágrimas como garbanzos" las devolví a su cajita, las metí en la bolsa y en cuanto el curro me lo permitió las devolví a su lugar de origen...
Imagino que mis adoradas sandalias estarán en el armario de alguna de las que como yo "caímos rendidas a su pies". No hay día en que visite algún blog y allí estén ellas. Tan lindas, joviales y glamurosas como las recuerdo...
Me queda en consuelo de pensar que al menos tengo 30€ más en el monedero y "cadáver" menos en el armario. Porque decid la verdad... ¿Cuantas veces no te has traído a casa prendas que sabías que SI... pero NO?